Sevilla, donde yo vivo, es una maravilla, y
Hace más de tres años cuando tentaba unas reses Fluvi se dejó caer por Sevilla y me invitó a
Este viernes llegué en el AVE hasta una estación enorme, ¡ozú!, era más grande que la plaza de España y me perdí. Menos mal que una niña de esas que llevan gorritas azules me indicó como salir. Una vez fuera, me volví a perder, pero esta vez por las obras… ¡Mi’arma!, eso parece un campo de minas…
Me senté junto a un gran montón de tierra y de repente lo ví… era mi salvación entre tanta desesperación. ¡Algo se movía en el aire! Y mi olfato de ave no me falló esta vez. Me acerqué y descubrí un “cacharro” verde que se movía en el aire y cruzaba un río más oscuro y caudaloso que el Guadalquivir. ¡Tenía que salir de allí!
El problema es que… ¡vale! Tengo pico, alas y pluma…. ¡Pero no vuelo! No me gusta el aire, no es mi elemento. Es como si un morlaco 500 kilos a la carrera tratase de embestirme y yo si aparejos…¡No podía ser, mi única salida era mi perdición!.
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