¡La que ha liado Miguel Sebastián con el asunto de las corbatas! Yo estoy muy concienciado con lo de luchar contra el cambio climático, porque me parece muy moderno, y no sólo es que Al Gore me caiga muy bien, con su MacBook Pro y sus keynotes, sino que aquí en la Expo me han terminado de convencer. Eso sí; todo el cambio climático que tú quieras, pero en la cuestión corbatil estoy del lado de Pepe Bono: hay ciertas circunstancias que requieren etiqueta. Y del carácter de cada uno depende cuáles son. Cobi no puede ir descorbatado nunca. Nunca es NUNCA.
Estaba yo comiendo en el aséptico y superexclusivo restaurante de Francia, con sus lámparas circulares, sus paredes de cristal ahumado, sus sillas de metacrilato y su vajilla de líneas depuradas. Todo es blanco o negro, una apuesta segura y aséptica en el complicado mundo de la elegancia. Vamos, el último lugar donde esperarías encontrarte a la Bruni y el Sarko, tan amantes de lo exótico y lo excesivo. Total, que me cayeron sobre mi corbata roja de seda unas gotitas de vichyssoise, lo que la gente vulgar llama crema de puerros fría. Y yo tengo que ir impecable.
Es raro en mí no llevar corbata de respuesto, pero los imprevistos siempre le pillan a uno, oh, en culotte. Así que busqué entre el merchansing de la Expo qué podía encontrar para no parecer un descorbatado cualquiera, y vaya si encontré... Corbatas de puritita seda, en animados colores, por menos de cincuenta euritos de nada.
Además, tienen un detalle que las convierte totalmente en última tendencia: las zetas acuosas estarán totalmente demodés el 15 de septiembre, hasta que la inevitable tendencia expo-vintage haga acto de presencia en las pasarelas de alguna primavera-verano entre 2017 y 2023. ¡Ah! La moda es fugaz, amigos, pero está condenada a repetirse.
Por cierto; me la compré roja.
Fotos: Pedro Etura y Expo 2008
viernes, 18 de julio de 2008
¿Descorbatados? ¡Nunca!
Publicado por expo en 21:00
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