sábado, 13 de septiembre de 2008

Agua, orgullo, amor

Es un honor para mí cerrar este blog en el que, durante tres meses, quienes en su día fuimos protagonistas de los acontecimientos internacionales que asombraron al mundo o quienes este verano se han visto relegados a un lugar secundario por el estrellato de Fluvi, hemos contado nuestras aventuras cotidianas dentro y fuera del recinto de Ranillas. ¡Uf! La mare, que me entra la discursitis. ¡A ver, a ver!



Enhorabuena, macus. Lo habéis conseguido. Igual que cuando yo ahora bajo a la Barceloneta, subo a Montjuïc o copeo por el Port Vell, vosotros recordaréis orgullosos esta Expo cuando os déis unas caminatas por esa ribera interminable que habéis recuperado como quien encuentra su cinturón de Hermés en el fondo de un cajón. Os emocionaréis cuando, llegando desde el norte, asome la Torre del Agua en el nuevo skyline zaragozano, igual que a mí se me pone un nudo en la garganta cuando miro por la ventana del avión y veo la torre Mapfre y el Arts.



Vuestros hijos -si es que los tenéis- crecerán y recordarán haber vivido el verano de 2008 con Fluvi, que mudará de una etapa de olvido a otra de revival y reconocimiento como la gran mascota que fue. La imagen del Ebro encendido por los fuegos artificiales que os espera esta noche se grabará en vuestras retinas de tal forma, que cada vez que llegue la noche y estéis cruzando un puente, la recordaréis como si estuviera sucediendo en ese mismo momento.



Incluso alguien como yo se emociona con estas cosas. Aquí he encontrado el amor. Quién sabe si será tan fugaz como la pirotecnia de esta noche; será lo que Tuixén quiera. Ahora termina una etapa para ella también en el pabellón de Cataluña. Volvemos juntos a Barcelona en el primer AVE del lunes.



Puede que la Expo me haya cambiado. Llegué un tanto escéptico a una ciudad que creía de provincias, pero quién me iba a decir que me despediría con una lágrima. Aigua, fins i tot.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Olé, Olé y Olé ¡Viva Zaragoza!


¡¡Snif, snif!!, qué pena...

¡¡Buaaaa!!!!, qué horror...

¡¡Joooo!!!, no quiero....

Pero me tengo que ir a Sevilla. ¡Quién me lo iba a decir cuando llegué aquí, a Zaragoza, desde la Sevilla de mi corazón! Yo, que pensaba que no había nada mejor que los "pescaítos" y el "rebujíto" y el Guadalquivir...


Finalmente, me tengo que ir porque mis obligaciones me llaman. Mi representante, harto ya de que me pase los días de pabellón en pabellón y de caña en caña por la Expo, ha decidido que tengo que volver a trabajar y ha contratado varios "bolos" como animador infantil debido al éxito que tuvo la cabalgata de mascotas en la Expo.


Así que nada... A trabajar, ahora que me había acostumbrado al chuletón de Uruguay y los mojitos caribeños, ¡¡¡Qué voy a hacer!!! No podré cambiar pins por las esquinas ni subir a la Torre del Agua, ni a las Telecabinas, ni cruzar el Pabellón Puente... ¡¡Buaaaaa!!!


Snif, snif... Me voy y no puedo evitarlo, pero antes he de dejar constancia de una cosa:

Gracias a la Expo ¡Zaragoza es una maravilla!

Hasta la lluvia y el cierzo es una maravilla en esta ciudad


Adiós, mi'arma.

jueves, 11 de septiembre de 2008

¡Me voy!


Bueno, mi marido me dice que me vaya sin despedirme, porque al fin y al cabo no me han pagado nada por estos mensajes y yo le he dicho "que mas da que no me paguen" y él ha dicho "pues a otros que han escrito en ese especial de heraldo bien les han pagado" y yo le he contestado "tampoco me pagan por estar contigo y menuda pesadilla eres" y ahí se ha callado. Se ha hecho el ofendido y yo tan contenta, porque así me ha dejado tranquila un rato.


Pues a ver, me gustaría despedirme de todos vosotros diciendo que me lo he pasado muy bien, aunque hubo un día que no me daba tiempo de escribir y los chicos de HERALDO.es me llamaron y me dijeron que si no escribía me mandaban a Los Miami. ¡Qué brutos son! Pero el resto de las veces os he contado mis aventuras con mucha alegría, como aquella vez que me acusaron de ladrona, jajaja. ¿Y cuándo me vestí de pilingui para mi marido?


Bueno, mi hijo aún se quedará unos días por Zaragoza, pero yo vuelvo a Fluvilandia. ¡Estáis todos invitados a mi casa!


Un beso de Marifluvi.


miércoles, 10 de septiembre de 2008

Vaya, vaya, la Expo se acaba


La Expo ya está tocando a su fin y a mi me toca volver a China. Ha sido un verano estupendo el que he pasado por estas tierras, pero como todo lo bueno, se acaba. Ya solo me falta empaquetar mis trajes de felpa, y despedirme de todos mis expoamigos.

La cuestión es que me han ofrecido otro trabajo de mascota, esta vez de un equipo de fútbol que se está poniendo muy de moda en mi país. Y como estamos en crisis y está muy difícil lo de conseguir un empleo, pues lo he aceptado. Ya estoy curtida en mil batallas tras estos tres meses buscándome la vida en la Expo y creo que sobreviviré a este nuevo trabajo.

Los días que me quedan en Zaragoza los voy a aprovechar para despedirme de todos los amigos que he hecho y dejo por estas tierras, de aquellos que también tienen que volver a sus países. La recta final de la Expo se presenta movidita por la cantidad de saraos de despedida que se están montando en los pabellones, terracitas y bares diversos.

En fin, lo que más pena me da es no poder ver la ceremonia de clausura de la Expo porque mi vuelo sale unas horas antes, así que espero verlo en Internet una vez que aterrice en China.

¡Buen fin de Expo a todos!

lunes, 8 de septiembre de 2008

Frutofobia

¡Qué poca memoria histórica, madre mía! No sé si la Expo tiene algo contra el fútbol, contra Argentina, contra los cítricos, contra los años 80 o contra las mascotas de cierta edad, pero no alcanzo a entender cómo estos boludos no me invitaron a la "quedada" de personajes el pasado viernes. Cobi, Curro, Fluvi y Filipo, sí, y yo, no. Me he pasado todo el fin de semana intentando buscar una explicación.

Yo llevaba toda la semana tomando el sol y dándome cremitas para lucir bien y disimular la piel de naranja (un rasgo que comparto con las celulíticas, qué le vamos a hacer). El viernes, después de comer, acudí a la zona de las plazas temáticas, debajo de los parasoles y los pulverizadores (que me recuerdan muchísimo al invernadero valenciano donde nací). Ahí estaban ellos, hechidos de orgullo. Fui a saludarles... Y no sabían ni quién era yo. ¡Esta juventud!

Los de la generación del 82 (o más bien, los que en el 82 ya tenían algo de conocimiento) seguro que me echaron en falta. A pesar de las bofetadas que me ha dado la vida, sigo siendo aquel cítrico simpaticón que llevó el Mundial español por el mundo y revolucionó para siempre el concepto de mascota. Pues ni por esas. Me hicieron salir del recinto para evitar la confusión y, sintiéndome más outsider que nunca, me metí a refrescarme al Digital Water Pavillion, el pabellón-remojón de la puerta del Pabellón Puente. Después, me puse a dar abrazos al lado de un chico que repartía folletos. Yo me basto y me sobro.

domingo, 7 de septiembre de 2008

La Vuelta de Currito

Estoy encantado con mi nueva forma física. Me puse en manos de un cirujano plástico estupendo y conseguí perder varios kilos para la cabalgata de las mascotas que tuvo lugar hace varios días. Me encuentro tan bien, que he decidido dejar la bebida, volver a mis hábitos deportivos y buscar una buena calidad de vida.

Mis amigos dicen que ya no tengo edad, pero hoy voy a apuntarme a la Vuelta Ciclista, por lo menos disputaré la etapa que sale de Sabiñánigo y que llega a Zaragoza. Un lujazo para el que tengo que practicar un montón, pero no tengo bicicleta así que me he agenciado un Bizi y estoy circulando por los carriles bici de la ciudad con estas “monísmas” bicicletas rojas que me han causado un montón de problemas.

Esta mañana cogí un aparatito en el punto BIZI junto a la Torre del Agua y decidí ponerme a practicar, pero… no llegaba a los pedales, soy un pájaro, pero no Tachenko… intenté pedalear sobre un pedal, pero me caí, claro. Hasta que un niño me explicó que el sillín se puede bajar. Lo ajusté, dejé mi “montera” en la cestita y comencé a pedalear.

Pero, ¡no podía ser!, era incapaz de mover los pedales, ¡durísimos!, no podía… Pero… era un “flojacho”. Nada, que no había manera… pero,… si… no… podía.

Me paré y me senté junto al carril hasta que vi a una señora con su bolso y sus tacones dale que te dale a los pedales… Me lancé cual suicida y la paré.

-¡Señora! ¿Es usted el Gobernador de California, Arnold Schwarzeneger?

-No, cariño. Soy Mari de Paniza.

- Entonces, ¿cómo es capaz de pedalear con esa gracia?

-Ay mi niño, pues con la muñeca. Mueves esta ruletita y se aflojan los pedalitos.

-Ah, (pero mira que soy tontainas y lelo) Muchas gracias señora.

Una vez ubicado en la bicicleta, con casco y todo, porque la “Seña Mari” me dejó uno que llevaba para su nieto. Me puse a practicar. Me fui al parque metropolitano y tanto le dí a los pedales que cuesta abajo no podía frenar y acabé en una charca con bici y todo.

¡Qué divertido “el remojete”!

Nada que te nada, saqué la bici de la charqueta y seguí nadando hasta que empecé a notar corriente, mucha corriente. Había caído en el canal de aguas bravas, ¡qué bien!. Entre tragos de agua y gritos de socorro, una lancha con seis chicas de despedida de soltera me recogió. Se reían y reían mientras me alargaban un palo para que me agarrase, pero no podía. Otro trago, otro grito y conseguí sujetarme, pero no podía subir a la barca y la corriente era muy fuerte….

Así que me arrastraron como si fuese un flotador hasta que las cosas se calmaron. Que, claro, era al final de los 300 metros de recorrido. Las plumas me salvaron de los rasguños, pero mi ego estaba hecho polvo. Tendré que recuperarme… Claro que con estas chicas tan majas….

-Qué, ¿nos vamos a tomar unas copas?

Todas al unísono, respondieron que con un pollo tan mono se iban al fin del mundo.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Olvidada y abandonada


Olvidada y abandonada, así me sentí en el encuentro de mascotas de la Expo. ¡A mi no me llamó nadie! Y eso que llevo aquí todo el verano dando mal. Pero nada, nadie se acuerda de una cuando es una gloria pasada.

Pero sí que estuvieron Cobi, Curro, Fluvi, Raspa, y hasta ¡Filipo! Filipo que acaba de llegar a este mundillo y no se entera de nada. Claro, querían una reunión solo de hombres. Esto no hay quien lo tolere.

Nada más terminar el show he cogido a Fluvi por banda y le he pedido explicaciones. "Que si no tenía tu número y se me acabó la batería del movil, que si ha sido un encuentro de viejos conocidos..." y bla, bla, bla. No me creo ni una sola palabra. Pero esto lo voy a solucionar esta última semana en la Expo, voy a juntar a todas las mujeres y haremos nuestro propio desfile. ¡Hombre, faltaría más!

jueves, 4 de septiembre de 2008

Me quedé dormida dentro del iceberg


Me han despedido. Ya no puedo hacer de doble de Fluvi los fines de semana. Mi marido dice que mejor, que así cocino más y yo le dije "troglodita y machista" y mil cosas más, porque estaba muy enfadada con todos. ¿Qué culpa tengo yo de acabar tan cansada que me duermo en cualquier parte?


Resulta que mi hijo Fluvi tenía que ir al traumatólogo porque le duele un codo de tanto saludar a los niños. Me llamaron de Expoagua para que lo sustituyera y me venía un poco mal, porque tenía que dejar sola a mi amiga Fluvaca. Aún así, acepté, porque soy MUY BUENA TRABAJADORA, que conste. Que otros hubieran dicho "ay no puedo" "ay, es que mi abuela tiene legañas" y cosas así. El caso es que fui y lo pasé lo mejor que pude. Canté tres canciones y bailé con un montón de niños y hasta me subí a un monociclo porque me lo pidió una niña con trenzas y yo no sé decir no a las niñas con trenzas.


Cuando llegó la tarde yo ya no podía más, porque habían celebrado tres cumpleaños en el recinto y animé un montón a los pequeños. ¡Una tortura! Al final me senté en una silla para descansar. Pero es que es imposible ir vestida de Fluvi y descansar en la Expo, porque en cuanto te ven te piden fotos y cantan y bailan y tú no puedes quedarte quieta. Así que me fui al iceberg para echar un sueñecito antes de irme a casa.


¡Y no me desperté! De pronto empezó a sonar una música altísima y apareció una boca que echaba fuego y yo estaba rodeada de pingüinos y no sabía qué hacer, así que me tiré al agua y traté de escapar nadando. Un niño gritó: "¡Fluvi se ahoga!" y menos mal que llegué al soto de la Almozara y alcancé la orilla. Por supuesto, corrió la voz y mis jefes se enteraron. ¡ESTOY DESPEDIDA!

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Viajando por la Expo vestido de mujer


Se me ha ocurrido una nueva idea para disfrutar de la Expo ahora que queda poco tiempo, voy a crear una nueva visita guiada y como me aburro mucho, porque ya ye visto todos los pabellones, voy a proponer a todos los que se apunten, que cambien de roles y se disfracen ellos de ellas y al revés.

Será muy divertido y conseguiré que Fluvi se vista de su mamá y Huanita de Cobi, hasta espero que pronto se pase por mi tour Amaral o Bunbury, e incluso Roque Gistau o Juan Alberto Belloch...

Será muy divertido y hasta cantaremos canciones mientras vamos de pabellón en pabellón y tomando cervecitas y bailando... Todo un lujo. Yo seré el guía y conseguiré que todos disfruten de estas dos últimas semanas de muestra y hasta que se diviertan.

Y después volveré a Sevilla.

martes, 2 de septiembre de 2008

¿Pálida yo?

Esta mañana cuando caminaba medio dormida, casi como una autómata hacia el recinto, me he tropezado con un elemento blanco gigante que no lograba distinguir. ¿Era una piedra, un banco, o un amigo de Fluvi que se quedó a dormir a las puertas de la Expo?
Resulta que no era nada de eso, sino que eran reproducciones de fósiles de entre 1 y 1,75 metros de largura. Sí, ahí están enclavados en el césped como si acabaran de ser desenterrados. En total son 17 piezas, que las que contado con los dedos de mi mano. Y según tengo entendido, son creaciones del soriano Adrián Martínez que han sido instaladas por la semana de Soria en Expo.


Y como me quedé tan petrificada mirándolos como si fuera una más de la colección, la gente se acercó a comprobar si era de carne y hueso. "¡Ay señor, no me pellizque!", "Perdón señorita, como le he visto tan pálida...".


Pálida, ¿pálida yo? Era cierto, pero nunca me lo habían dicho tan claramente. Aunque los chinos tenemos la tez blanca, me he propuesto coger color estos últimos días de la Expo. Así que voy buscando sol por allí por donde paso, aunque dentro del recinto esto no es nada complicado. Eso sí, beberé mucha agua, (como recomienda la organización) para no deshidratarme.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Galletón belga

Ayer conocí el lado oscuro de la Expo. No, no piensen mal. Me decidí, por fin, a entrar al pabellón de Bélgica. La fachada me tiraba un poco para atrás, porque esa cubierta dorada me parece de un mal gusto tremendo, pero como no había cola, para dentro que me fui. Nada más atravesar la puerta, una belga muy amable me dio una galleta. No, no de esas, sino una galletita acaramelada como las que ponen con el café en los sitios donde yo voy normalmente. Vale, un poco pobre el regalo, pero mejor que un vaso de agua, ¿no?

Desde el principio me sorprendió la poca luz que había. Es curioso, pero en la Expo, cuanto más rico es el país, más oscuro está su pabellón. Debía de haber algún panel o algo, pero fui incapaz de leer nada. Con lo modernos y lo ejemplares que me han parecido a mí siempre los belgas, que parecen medio catalanes, tú. Pues nada. Que ni flores. Así que, a tientas, pasé a la siguiente sala. Y vaya lo que me encontré.

Como ya hace casi un siglo de lo del urinario de Duchamp, pues a alguien se le ha debido de ocurrir que ya era hora de volver a mandar un sanitario a una exposición. Y no uno, no; nada menos que seis, con un señor dentro y todo. Me dijeron que era la escultura "El hombre que escribe sobre el agua", de Jan Fabre. Epatado por la ocurrencia, me disponía a terminar mi recorrido por el último pasillo, cuando... ¡patapúm!

Calculé mal la pisada, tropecé y acabé por los suelos, con tan mala fortuna que fui a caer en un charco. Se ve que la gente tiene mucho cachondeíto con lo de la obra de arte. No me hice nada, pero se me empaparon las perneras del traje de Armand Basi. Qué desastre. Hice intención de salir del infierno belga para adecentarme el pantalón con un secador en los baños del exterior, pero recordé que aquí somos muy ecológicos y se usa "la toalla interminable". Así que me resigné y me fui a la cafetería. Nunca habría pensado que la cerveza y el chocolate iban a combinar tan bien.

 
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