domingo, 7 de septiembre de 2008

La Vuelta de Currito

Estoy encantado con mi nueva forma física. Me puse en manos de un cirujano plástico estupendo y conseguí perder varios kilos para la cabalgata de las mascotas que tuvo lugar hace varios días. Me encuentro tan bien, que he decidido dejar la bebida, volver a mis hábitos deportivos y buscar una buena calidad de vida.

Mis amigos dicen que ya no tengo edad, pero hoy voy a apuntarme a la Vuelta Ciclista, por lo menos disputaré la etapa que sale de Sabiñánigo y que llega a Zaragoza. Un lujazo para el que tengo que practicar un montón, pero no tengo bicicleta así que me he agenciado un Bizi y estoy circulando por los carriles bici de la ciudad con estas “monísmas” bicicletas rojas que me han causado un montón de problemas.

Esta mañana cogí un aparatito en el punto BIZI junto a la Torre del Agua y decidí ponerme a practicar, pero… no llegaba a los pedales, soy un pájaro, pero no Tachenko… intenté pedalear sobre un pedal, pero me caí, claro. Hasta que un niño me explicó que el sillín se puede bajar. Lo ajusté, dejé mi “montera” en la cestita y comencé a pedalear.

Pero, ¡no podía ser!, era incapaz de mover los pedales, ¡durísimos!, no podía… Pero… era un “flojacho”. Nada, que no había manera… pero,… si… no… podía.

Me paré y me senté junto al carril hasta que vi a una señora con su bolso y sus tacones dale que te dale a los pedales… Me lancé cual suicida y la paré.

-¡Señora! ¿Es usted el Gobernador de California, Arnold Schwarzeneger?

-No, cariño. Soy Mari de Paniza.

- Entonces, ¿cómo es capaz de pedalear con esa gracia?

-Ay mi niño, pues con la muñeca. Mueves esta ruletita y se aflojan los pedalitos.

-Ah, (pero mira que soy tontainas y lelo) Muchas gracias señora.

Una vez ubicado en la bicicleta, con casco y todo, porque la “Seña Mari” me dejó uno que llevaba para su nieto. Me puse a practicar. Me fui al parque metropolitano y tanto le dí a los pedales que cuesta abajo no podía frenar y acabé en una charca con bici y todo.

¡Qué divertido “el remojete”!

Nada que te nada, saqué la bici de la charqueta y seguí nadando hasta que empecé a notar corriente, mucha corriente. Había caído en el canal de aguas bravas, ¡qué bien!. Entre tragos de agua y gritos de socorro, una lancha con seis chicas de despedida de soltera me recogió. Se reían y reían mientras me alargaban un palo para que me agarrase, pero no podía. Otro trago, otro grito y conseguí sujetarme, pero no podía subir a la barca y la corriente era muy fuerte….

Así que me arrastraron como si fuese un flotador hasta que las cosas se calmaron. Que, claro, era al final de los 300 metros de recorrido. Las plumas me salvaron de los rasguños, pero mi ego estaba hecho polvo. Tendré que recuperarme… Claro que con estas chicas tan majas….

-Qué, ¿nos vamos a tomar unas copas?

Todas al unísono, respondieron que con un pollo tan mono se iban al fin del mundo.

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