jueves, 4 de septiembre de 2008

Me quedé dormida dentro del iceberg


Me han despedido. Ya no puedo hacer de doble de Fluvi los fines de semana. Mi marido dice que mejor, que así cocino más y yo le dije "troglodita y machista" y mil cosas más, porque estaba muy enfadada con todos. ¿Qué culpa tengo yo de acabar tan cansada que me duermo en cualquier parte?


Resulta que mi hijo Fluvi tenía que ir al traumatólogo porque le duele un codo de tanto saludar a los niños. Me llamaron de Expoagua para que lo sustituyera y me venía un poco mal, porque tenía que dejar sola a mi amiga Fluvaca. Aún así, acepté, porque soy MUY BUENA TRABAJADORA, que conste. Que otros hubieran dicho "ay no puedo" "ay, es que mi abuela tiene legañas" y cosas así. El caso es que fui y lo pasé lo mejor que pude. Canté tres canciones y bailé con un montón de niños y hasta me subí a un monociclo porque me lo pidió una niña con trenzas y yo no sé decir no a las niñas con trenzas.


Cuando llegó la tarde yo ya no podía más, porque habían celebrado tres cumpleaños en el recinto y animé un montón a los pequeños. ¡Una tortura! Al final me senté en una silla para descansar. Pero es que es imposible ir vestida de Fluvi y descansar en la Expo, porque en cuanto te ven te piden fotos y cantan y bailan y tú no puedes quedarte quieta. Así que me fui al iceberg para echar un sueñecito antes de irme a casa.


¡Y no me desperté! De pronto empezó a sonar una música altísima y apareció una boca que echaba fuego y yo estaba rodeada de pingüinos y no sabía qué hacer, así que me tiré al agua y traté de escapar nadando. Un niño gritó: "¡Fluvi se ahoga!" y menos mal que llegué al soto de la Almozara y alcancé la orilla. Por supuesto, corrió la voz y mis jefes se enteraron. ¡ESTOY DESPEDIDA!

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