¡¡Snif, snif!!, qué pena...
¡¡Buaaaa!!!!, qué horror...
¡¡Joooo!!!, no quiero....
Pero me tengo que ir a Sevilla. ¡Quién me lo iba a decir cuando llegué aquí, a Zaragoza, desde la Sevilla de mi corazón! Yo, que pensaba que no había nada mejor que los "pescaítos" y el "rebujíto" y el Guadalquivir...
Finalmente, me tengo que ir porque mis obligaciones me llaman. Mi representante, harto ya de que me pase los días de pabellón en pabellón y de caña en caña por la Expo, ha decidido que tengo que volver a trabajar y ha contratado varios "bolos" como animador infantil debido al éxito que tuvo la cabalgata de mascotas en la Expo.
Así que nada... A trabajar, ahora que me había acostumbrado al chuletón de Uruguay y los mojitos caribeños, ¡¡¡Qué voy a hacer!!! No podré cambiar pins por las esquinas ni subir a la Torre del Agua, ni a las Telecabinas, ni cruzar el Pabellón Puente... ¡¡Buaaaaa!!!
Snif, snif... Me voy y no puedo evitarlo, pero antes he de dejar constancia de una cosa:
Gracias a la Expo ¡Zaragoza es una maravilla!
Hasta la lluvia y el cierzo es una maravilla en esta ciudad
Adiós, mi'arma.
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