viernes, 18 de julio de 2008

¿Descorbatados? ¡Nunca!

¡La que ha liado Miguel Sebastián con el asunto de las corbatas! Yo estoy muy concienciado con lo de luchar contra el cambio climático, porque me parece muy moderno, y no sólo es que Al Gore me caiga muy bien, con su MacBook Pro y sus keynotes, sino que aquí en la Expo me han terminado de convencer. Eso sí; todo el cambio climático que tú quieras, pero en la cuestión corbatil estoy del lado de Pepe Bono: hay ciertas circunstancias que requieren etiqueta. Y del carácter de cada uno depende cuáles son. Cobi no puede ir descorbatado nunca. Nunca es NUNCA.


Estaba yo comiendo en el aséptico y superexclusivo restaurante de Francia, con sus lámparas circulares, sus paredes de cristal ahumado, sus sillas de metacrilato y su vajilla de líneas depuradas. Todo es blanco o negro, una apuesta segura y aséptica en el complicado mundo de la elegancia. Vamos, el último lugar donde esperarías encontrarte a la Bruni y el Sarko, tan amantes de lo exótico y lo excesivo. Total, que me cayeron sobre mi corbata roja de seda unas gotitas de vichyssoise, lo que la gente vulgar llama crema de puerros fría. Y yo tengo que ir impecable.

Es raro en mí no llevar corbata de respuesto, pero los imprevistos siempre le pillan a uno, oh, en culotte. Así que busqué entre el merchansing de la Expo qué podía encontrar para no parecer un descorbatado cualquiera, y vaya si encontré... Corbatas de puritita seda, en animados colores, por menos de cincuenta euritos de nada.

Además, tienen un detalle que las convierte totalmente en última tendencia: las zetas acuosas estarán totalmente demodés el 15 de septiembre, hasta que la inevitable tendencia expo-vintage haga acto de presencia en las pasarelas de alguna primavera-verano entre 2017 y 2023. ¡Ah! La moda es fugaz, amigos, pero está condenada a repetirse.

Por cierto; me la compré roja.

Fotos: Pedro Etura y Expo 2008

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