domingo, 20 de julio de 2008

Encuentros con Naruhito


Mientras saboreaba un rico café helado del pabellón de Grecia para no deshidratarme en el recinto, me choqué con un señor muy pequeñito que iba rodeado unos hombretones. "¡Peldon, peldon!", me he excusado tras derramarle un poco del líquido caliente sobre la chaqueta impoluta. Después de que todos los hombretones me dieran empujones y criticaran mi despiste en un idioma desconocido para mi, la cabeza del pequeño hombre emergió de la masa de gorilas que le protegía y me tendió la mano.


-Me resulta familiar, ¿de dónde es usted, joven?

-De Pekín.

-Ah, claro, ¡usted es Huanita! Ya decía yo que me sonaba ese atuendo tan curioso que suele llevar.

-Sí, ¿me conoce?

-Claro, en Japón se habla mucho de usted por los Juegos Olímpicos

-¿Usted es japonés?

-Soy el príncipe Naruhito

-Válgame dios, ¡yo hablando con un príncipe!


Y después de decir esto no recuerdo nada más. Parece ser que por las altas temperaturas, o por la emoción de estar con un príncipe, me dio un golpe de calor y me desmayé. Al despertarme, estaba tumbada en una colchoneta con muchos bonsais alrededor y un inconfundible olor a arroz cocinándose. ¡Sushi!


Después del desafortunado incidente, los gorilas me habían trasladado al lugar donde descansaba la comitiva japonesa y pasé la jornada entera haciéndoles de guía de la Expo en agradecimiento a los cuidados que me habían proporcionado. Porque, ¿qué mejor guía que una que vive todo el día en el recinto?


Naruhito me dio su facebook, así que seguiremos en contacto por la red.

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