lunes, 7 de julio de 2008

Mi marido tiene celos


¡Ay, qué bochorno pasé cuando mi marido, Fluvo, justo vino a la Expo y me pilló bebiendo sidra de pera en el Pabellón Puente, cantando esa saeta! Primero lloré, luego me reí, luego me mareé, luego le pregunté a mi marido qué hora era. ¡Un horror!


Fredo, el hombre sin cabeza, quiso presentarse pero Fluvo dijo que jamás había hablado con nadie sin cabeza y que hiciera el favor de ponerse un sombrero o algo. Fedro se fue cabizbajo... o todo lo cabizbajo que se puede ir un hombre sin cabeza.


"Marifluvi, a casa ahora mismo", dijo mi marido. Y paró un taxi y yo dije la dirección y nos costó todo 190 euros y mi marido casi se desmaya. "Pero qué cara es esta ciudad". No sabía que yo vivo en Huesca. Subimos como pudimos las escaleras y yo ya no me acuerdo de más.


Al día siguiente, Fluvo estaba en la cocina diciéndole a Anjelica, mi otra compañera de piso, que no enseñara los pechos tanto por ahí, que "si todos veían la mercancía nadie se querría casar con ella". Anjelica dijo "señorrrr usted que antigua no?" y se rió y le botaron las tetas y Fluvo se puso todo colorado y yo me tomé un café y me quedé callada, porque no tenía ganas de nada. Anjelica se fue luego y nos quedamos solos en la cocina.


"Marifluvi, cuál es el nombre de tu amante", me preguntó. "¿Qué amante?", contesté yo. "El que no tiene cabeza", dijo él. Y cada vez estaba más enfadado y yo no sabía que decir porque a Fredo solo lo había visto dos veces en la vida y eso de no tener cabeza siempre lo había visto un poco raro y me daba como repelús. Mi marido estaba todo enfadado y yo me enfadé un montón y me callé y no le dije que se equivocaba. ¡Qué se chinchara por aguafiestas!

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