lunes, 4 de agosto de 2008

Entre Pekín y Zaragoza, me quedo con... Barcelona

Los chinos están convencidísimos de que van a celebrar los mejores Juegos Olímpicos de la Historia, que comenzarán con una macroespectacular superceremonia de apertura. Qué flipaos. Yo no pienso ir, con lo bien que estoy aquí en la Expo. De acuerdo, vale, ni me han invitado ni se me espera allí. Como ahora se llevan las mascotas infantiloides y pintureras (no como yo, que soy un señor...), pues que se las coman con pan de gambas.

Muy seguros y muy convencidos los veo. Más les vale acordarse de la inauguración de la Expo, que se cerró con un espectáculo alternativo de muñecas hinchables. Mucho ojito, que puede llover: el agua juega muy malas pasadas, y más si la mezclas con yoduro de plata y demás guarradetas. Siempre hay que tener un plan B.

Vale, van a actuar 20.000 personas y mil marcianos verdes con lucecitas, pero... ¿y qué me dicen de los grandes nombres? ¿Acaso tienen a Belén Rueda de presentadora? ¿Y a estrellas de la música sinfónica del tipo "Zubin Mehta, grandes orquestas, la Caballé", como bien recuerdan esos carteles de la Expo construídos a base de enumeración caótica y que guardan cierto parecido con el código de colores del Fórum de Barcelona?

¿Y la música oficial? ¿El himno? En eso, nuestros juegos deslumbraron. Montserrat lo dio todo. ¿Han compuesto un "Barsalonaaa... tirurirurí... Barsalonaaa... tiruriruró..."? ¿No? ¡No! ¿Qué broma es esta? En vista de que, al contrario de lo que se pudiera pensar, estos chinos no dominan el arte de la ceremoniosidad (una disciplina que alcanzó sus cotas más elevadas en MIS juegos de Barcelona), me quedo en Ranillas. Más vale malo... digo, bueno conocido.

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