Vaya conflicto diplomático que me ha montado mi padre a cuenta de las mascotas de Pekín. Por lo menos, me ha servido para cambiar mis planes y hablar de una de las estrellas ocultas de la Expo, que deslumbra con sus ojos desde el pabellón de Cataluña. Pero vayamos al principio.
Está claro que uno quiere lo mejor para sus hijos, y que a Javi Mariscal, mi creador, yo le parezco más bonito que ninguno. Esto es un padre. Dice que Beibei, Jingjing, Huanhuan, Yingying y Nini son "vulgares, estatales y anónimas".
Sin embargo, como todo el mundo sabe, yo no soy vulgar, sino que tengo mucha clase; no soy estatal, sino autonómico (corriente federalismo asimétrico, como defendía el gran Pasqual, el que fue alcalde de Barna en mi época dorada), y no soy anónimo, sino de renombrón, que para eso me bautizaron con un nombre decente y no como a esas bicharracas tartamudas de Pekín.

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