viernes, 8 de agosto de 2008

Sexo en Ranillas



Fui a ver la película "Sexo en Nueva York" con mi marido y él salió protestando. Que si fíjate tú, que si vaya cuatro frescas, que si todo el día de cama en cama, que tralarí, que tralará, que menos mal que yo no era así de taconera. Y yo le miré y le dije: "Mira, que yo antes de casarme contigo era igualita que Carrie y si hubiera escrito un libro me lo hubieran publicado porque tengo mogollones de cosas que contar". Él se rió y dijo que yo parecería una pelota con zancos si me ponía tacones y me enfadé mucho le dejé con la palabra en la boca. Llamé a Fluvi y le dije lo pesado que era su padre y él me dijo que sí pero que no le llamara para estas bobadas.





Al día siguiente me puse una faja súper prieta y me pinté tanto que Anjelia, mi compañera de piso, me preguntó si me había metido a prostituta. Luego me calzé unos tacones altísimos que parecía una tachenka. Con el pelo cardado y las uñas pintadas de rojo, parecía Samantha.





¡Y me fui a Ranillas! Allí estaba mi marido, haciendo monigotadas justo delante de la puerta del Pabellón Puente. Y yo me puse a mirarle con cara de pícara y a sacarle la lengua y a pedirle fuego y él me dijo "Pero Marifluvi, que nos ven los niños" y yo le dije "te espero esta noche, aquí, cuando esté oscuro". Y me fui taconeando (me tropecé, pero él no lo vio).





Por la noche, allí estaba él, todo nervioso sin saber lo que iba a esperar. Nos besamos en el cesped y... el resto es secreto.

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